enero 17, 2025

Fingió agresiones para ocultar el asesinato de su hija

La familia Lekaj vivía en los suburbios de Kidman Park en Adelaida Austria, una de las hijas Sabrina de 20 años

Era una excelente estudiante, tuvo los mejores promedios en colegios privados y ahora estaba en la universidad.

Su padre Petrit Lekaj la controlaba mucho, le exigía que le contara todo lo que pasaba en su vida.

No la dejaba hablar por teléfono con amigo y menos salir de fiesta casi nunca, cosa que atormentaba a la joven porque todavía vivía con él y su joven madrastra

Mientras que su madre se había separado años atrás y vivía en otro sector de la ciudad con su hermano menor.

Sabina era bonita e, inteligente

No era de extrañarse que Petrit fuera tan estricto con su hija, pues trataba a toda costa de alejarla de la posibilidad de consumir drogas.

Ya que el mismo tuvo en el pasado problemas relacionados con el tráfico.

Estuvo durante más de 4 años en la cárcel por venta de heroína y cultivo de marihuana.

Ahora es agente inmobiliario igual que su nueva esposa.

Sin embargo Sabrina no estaba tan alejada de los miedos de su papá.

En varias oportunidades la descubrieron consumiendo cocaína y éxtasis, a pesar de los fuertes controles que su papá le imponía.

Inesperado

Un día salieron padre e hija a comprar la comida a un restaurante cercano.

Pero pasadas unas horas cuando no volvieron a casa, la esposa de Petrit denunció su desaparición.

Las autoridades hallaron el auto a pocas cuadras de la casa por la policía.

Sabina había sido asesinada de múltiples puñaladas y quedó sentada en el asiento del acompañante.

Mientras su padre luchaba contra la muerte también por heridas en el abdomen.

Una vez recuperado en el interrogatorio confesó haber apuñalado a su hija mientras viajaban en el carro y después acuchillarse el mismo.

Auto en el que ocurrió el crimen

También explicó que antes de esta escena peleaban porque él le reclamo por sus constantes fiestas.

A lo que ella le contestó que cumplía con sus deberes podía hacer lo que quisiera.

Esto descontroló tanto al padre que le lanzó el ataque con el cuchillo que traía desde la casa.

Dijo que inicialmente era para asustarla, pero terminó hundiéndolo en ocho oportunidades.

En el juicio Petrit se declaró culpable y le dieron cadena perpetua, increíble dicotomía de la vida cuando el padre asesina por el consumo de sustancias que el mismo vendió y que trataba de evitar llegara a manos de su hija.

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