Durante 32 años una mujer buscó a su hijo desesperadamente hasta que logró encontrarlo.
Li Jingzhi tenía solo un hijo y no podía tener más por las leyes de natalidad en China, ella trabajaba en una empresa de granos y debía viajar eventualmente por trabajo.
En uno de esos viajes, era el año 1988, recibió un mensaje urgente de la empresa donde trabajaba indicándole que había una emergencia en su casa y debería regresar,.
Ella nunca imaginó que tuviera que ver con el pequeño Mao Yin, que tenía en esa época dos años y en los viajes de su madre se quedaba al cuidado del padre. Cuando Li regresó descubrió lo que había sucedido.
Su esposo recogió al niño en el colegio como todos los días, pasó por un hotel que era propiedad de la familia y mientras fue a buscar agua para darle al pequeño éste desapareció.
Los buscó por todos lados y al no encontrarlo supuso que se había salido a la calle y que alguien lo ayudaría a llegar a casa, pero pasó una semana y no se sabía nada del niño.
A ese punto ya lo había denunciado como desaparecido, había volantes con la cara del niño por todos lados, pero no se sabía nada de él.
La situación familiar se fue poniendo complicada, culpaba a su esposo por la desaparición de Mao y al cabo de cuatro años se separaron.
Por esta época en China se presentaban muchos secuestros de niños debido a las leyes de natalidad y unos años después, cuando Mao debería tener 19 años se creó una base de datos de ADN para ayudar a las familias a reencontrarse.
Por su parte Li estuvo todos estos años en fundaciones que buscaban niños perdidos y secuestrados, siempre con la esperanza de encontrar a su hijo, viajaba a ciudades donde había niños parecidos e hizo muchas locuras en esos años.
Inclusive tuvo que internarse en una clínica para aprender a manejar la situación de separación de su pequeño.
Nunca perdió las esperanza de volverlo a ver y se hizo a la idea de no dejar de buscarlo hasta que tuviera fuerzas de hacerlo, la abuela de Mao murió el 15 de enero justo 30 años después del nacimiento de Mao, ese día Li le prometió a su madre que lo llevaría de nuevo a casa.
EL pasado 10 de mayo Li recibió una llamada de la policía de Xian, capital de Shaanxi, en el centro de China, donde desapareció Mao y le tenía una genial noticia, su hijo había aparecido.
En abril Li había llevado a las mismas autoridades una foto de un hombre que había sido secuestrado de pequeño y con software de reconocimiento facial vieron altas posibilidades por lo que autorizaron una prueba de ADN que resulto en concordancia con LIi.
Por fin después de más de 300 pistas falsas y 32 años de búsqueda, todo había terminado, sin embargo Li tenía miedo de la reacción de su hijo al verla, no sabía si la recordaba, que pensaba de ella o que cosas habría pasado.
El día del encuentro ella temblaba de emoción e incertidumbre, pero de repente escucho una voz por toda la estación de policía gritando “madre, madre” y su corazón no podía dejar de palpitar, salió corriendo al abrazo esperado y no necesitó que nadie se lo mostrara.
Su corazón lo reconoció de inmediato, los dos corrieron y el abrazo y las lágrimas fueron transmitidas en todos los medios locales.
Sin embargo Mao fue criado en una familia que no podía tener hijos y pagó 6.000 yuan, estuvo en una familia que lo amó y le dio buena educación, hoy en día es propietario de su empresa de decoración de interiores.
Entonces empezó a pasar tiempo compartido con sus padres biológicos y los adoptivos. Algunos opinan que debería volver a la casa de su madre pero él ya tiene una vida organizada, por lo que hablan a diario por teléfono y han creado un lazo imposible de romper.
Las autoridades investigan sobre el secuestro del niño y tanto la identidad de los padres adoptivo como de la persona que mandó la foto y ayudó este encuentro.
Ahora están buscando la forma de juntar sus vidas, mientras que Li sigue apoyando las fundaciones que apoyan la búsqueda de niños desaparecidos, que aún son muchos.