Un día cualquiera Nathan Lazarine recibe una llamada de su padre Raymond Lazarine, quien estaba fuera de sí, solo pudo entender “ven rápido” al parecer el sonambulo asesino cometió un gran crimen.
Nathan Salió corriendo a casa de su padre en Houston, Texas, pero nunca imaginó lo que se encontraría, al entrar a la casa vio a Deborah su madre tirada en el piso en medio de un charco de sangre.
Aunque su padre dijo que había soñado con que la mataban, ella estaba realmente llena de balazos en su cuerpo.
Deborah y Raymond llevaban 35 años de casados, tenían tres hijos, él tenía su propio negocio y ella se dedicó a cuidar a su familia.
La esposa siempre le reclamaba a Raymond porque tomaba demasiado, sobretodo porque lo mezclaba con medicamentos mentales.
Solo cuando esta tragedia se desató, una de sus hijas Krysta, contó que durante toda su vida sufrió de violencia doméstica, que su esposo la mantenía alejada de todos los conocidos y no la dejaba ni hablar por teléfono.
Por su parte Raymond decía que había soñado que le disparaba una vez a su esposa, peor no lograba recordar nada más.
El crimen de la mujer fue tomado por las autoridades como accidental inicialmente, pues las autoridades
Sin embargo se cuestionaban ¿por qué a medio día estaba dormido tan profundo? y ¿por qué pudo ir a buscar su arma y disparar seis veces sin despertar?
El hombre fue al jurado y sus abogados se esforzaron en estudios de sueños que justificaban las acciones de Raymond, mientras que su hija testificó el tormentoso matrimonio que llevaban los Lazarine, también contó que muchas veces Deborah recibió amenazas de muerte, tantas que ya no creía.
Krysta también argumentó temer por su propia vida si su padrastro quedaba en libertad.
Con base en este testimonio el juez concluyó que “Este fue un horrible asesinato sin justificación”, por lo que lo condenaron a 75 años de cárcel.
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