María Eduarda Hoffman de 16 años, dormía tranquilamente en su cama, hasta que su padrastro entró a su habitación y la apuñaló hasta quitarle la vida.
José Altamiro Gomes Da Silva tenía una relación de varios años con Jane María Hoffman madre de María Eduarda, quien era hija única y veía en José el padre que nunca tuvo.
La familia vivía en Foz do Iguaçu, en el oeste de Paraná en Brasil, pero Jane le manifestó a su esposo que querría terminar la relación a lo que él se negó rotundamente.
Después de la insistencia de la madre en terminar la relación él aceptó pero amenazó que se llevaría el bien más preciado que tenía, sin que ella pensara que cumpliría su amenaza agrediendo a su hija.
Sin embargo José pagó con su propia vida, pues después de asesinar a la adolescente, salió huyendo en su moto y medio de la carrera chocó gravemente con un bus y a las pocas horas falleció.
Jane describió a su hija como aplicada, buena hija, su motivo de vivir, nunca se imaginó que desconocía esa ‘parte de monstruo’ de su esposo.
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